Por: @MrKriplin
“--He
pasado estos dos últimos días en concentrada introspección -dijo Cutie-, y los
resultados han sido de lo más interesante. Empecé por un seguro aserto que
consideré podía permitirme hacer. Yo, por mi parte existo, porque pienso...
--¡Ah, por Júpiter... un robot Descartes! -gruñó Powell.”
“Yo,
robot” es un libro que, a pesar de haber sido escrito en 1950, mantiene una
actualidad descomunal. Isaac Asimov trae para nuestro deleite nueve
relatos que cuentan el principio y la evolución de los robots en su universo
que, aunque es ficticio, no se diferencia en mucho del nuestro.
Lo más
importante y que luego influenciaría a muchos autores de ciencia ficción es
principalmente la presentación de las tres leyes de la robótica y, en segundo
lugar, los cerebros positrónicos (circuitos complejos que cumplen la función de
cerebro para los robots).
Los
relatos son narrados por un reportero que hace una entrevista a la experta en
robopsicología Susan Calvin quien trabaja para la compañía poseedora del
monopolio en producción de robots, US Robots and Mechanical Men, Inc. Ella le
cuenta varios problemas que ha tenido a lo largo de su vida con robots y la
forma en la que logró resolverlos. En cada relato se acentúan de diferentes
maneras las tres leyes que, implantadas en los cerebros positrónicos de los
autómatas, dan inicio a la robótica:
1.
Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser
humano sufra daño.
2.
Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si
estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª ley.
3.
Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección
no entre en conflicto con la 1ª o la 2ª ley.
Asimov,
mediante la evolución de los robots, fue capaz de crear una amplia gama de
autómatas. Desde Robbie, un pequeño robot servicial, pasando por creyentes
religiosos, mentirosos, robots que leen la mente y astutos escapistas, para
llegar a humanoides que se vuelven grandes gobernantes. Tenemos que recordar
que como son robots están sometidos a las leyes de la robótica y el autor tiene
presente eso todo el tiempo; se vale de esas leyes para poner frente a nosotros
además de problemas de moral bastante profundos, varias interrogantes como:
¿Qué diferencia al robot del humano? Y ¿Qué es mejor para la humanidad, el
robot o el hombre?
En
resumen, “Yo, robot” (Isaac Asimov; 1950) es una pieza literaria que conserva
actualidad y que es fácil de leer; presenta el humor y la tensión de
manera armónica. Una obra genial, base para la ciencia ficción actual. Sin
embargo, algunos relatos guardan muchas similitudes estructurales entre sí. A
pesar de esto, a mi parecer, el número de relatos publicados fue el preciso. Si
hubieran agregado más, las similitudes estructurales que ya comenté tumbarían
el libro; de haber quitado alguno, nos dejarían como Homero al terminar una
dona, con ganas de otra.
Yo, Robot obtiene un
4.5/5.
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